01 agosto 2010

Legalice it!

Perú, país donde vivo, tiene el dudoso honor de ser el 1er país exportador de cocaína, dejando en el camino a Colombia y a Bolivia, líderes en la producción de dicho narcótico, se calculo que alrededor de US$ 20 000 Millones de Dólares Norteamericanos ingresan como producto de la "exportación" de cocaína, la cual al ser revendida, en Asia, Norteamérica y Europa, llega a quintuplicar esa cantidad.

Es conocido que cada etapa de la producción, transporte y distribución de la cocaína, como otras drogas consideradas ilegales por el estado, es posible gracias a toda una red de bandas de narcotraficantes que no tienen escrúpulos en "contratar" a policías, militares, aduaneros e incluso políticos a quienes financian sus campañas para que estos defiendan el cultivo de hojas de coca basándose en "usos ancestrales" cuando es sabido que el 95% de la hoja de coca cultivada va a parar al narcotráfico, es decir tenemos hasta Congresistas de la República que posiblemente estén envueltos en alentar esta plaga.

Se han puesto en práctica diversos métodos de represión al narcotráfico, los mismos que a pesar de haber costado un gasto enorme en recursos y vidas humanas no han logrado reducir el consumo de cocaína y menos aún desaparecerlo; a todo esto, conviene considerar que la prohibición impuesta por el Estado torna más atractivo el consumo de cocaína, cual efecto de manzana de Adán, aparte que la prohibición, al disminuir de manera artificial la oferta de cocaína, termina encareciendo su precio, lo que motiva que esa actividad a largo plazo sea más lucrativa de lo que sería en condiciones regulares.

Lo señalado son razones a favor de la legalización de las drogas, pero de carácter utilitarista, que si bien tienen un peso determinado para respaldar la descriminalización de la producción, venta y distribución de las drogas; a mi parecer no constituyen un motivo válido, a diferencia de la libertad de cada individuo el decidir o no el consumirlas, en vista que una "elección obligada", carece completamente de moral, mientras el elegir teniendo plena libertad de ejercicio, determina que la misma sea valedera.