26 enero 2006

CONCLUSIÓN DOCE PRUEBAS DE LA INEXISTENCIA DE DIOS
(Sebastián Faure)

Tal es sin embargo, el Dios que desde, tiempos inmemoriales, se ha enseñado y que, en nuestros días todavía, se enseña a una multitud de niños en numerosas familias y escuelas.
¡ Qué de crímenes han sido cometidos en su nombre ¡

¡Qué de odios, de guerras, de calamidades han sido desencadenadas furiosamente por sus representantes ¡ Este Dios , ¡ de cuantos sufrimientos es origen ¡ ¡ Cuantos males todavía engendra ¡

Desde hace siglos, la Religión tiene curvada a la humanidad bajo el temor, incrustada en la superstición, postrada en la resignación.

¿ No amanecerá, pues jamás el día en que, dejando de creer en la justicia eterna, en sus decretos imaginarios, en sus reparaciones problemáticas, los humanos trabajarán, con ardor incansable, por el advenimiento sobre la tierra de una Justicia inmediata, positiva y fraternal
¿No sonará nunca la hora en que, fatigados de los consuelos y de las esperanzas falaces que les sugiere la creencia en un paraíso compensador, los humanos harán de nuestro planeta un Edén de abundancia, de paz y libertad, cuyas puertas estarán abiertas fraternalmente a todos ¿
Durante ¿ demasiado tiempo, el contrato social se ha inspirado en un Dios sin justicia; es ya hora de que se inspire en una justicia sin Dios. Durante demasiado tiempo, las relaciones entre las naciones y los individuos han derivado de un Dios sin filosofía; tiempo es ya de que procedan de una filosofía sin Dios. Desde hace siglos, monarcas, gobernantes, castas y cleros, conductores de pueblos, directores de consciencias, tratan a la humanidad como vil rebaño, bueno tan sólo para ser esquilado, devorado, arrojado a los mataderos.

Desde hace siglos, los desheredados soportan pasivamente la miseria y la servidumbre, gracias al espejismo engañoso del cielo y a la visión horrorífica del Infierno. Hay que poner fin a este odioso sortilegio, a este abominable engaño.

¡ OH, tú que me escuchas, abre los ojos, contempla, observa, comprende. El cielo del que sin cesar te hablan; el cielo con ayuda del cual se intenta insensibilizar tu miseria, anestesiar tu sufrimiento y ahogar la queja que, a pesar de todo, se exhala de tu pecho, es cielo irreal y desierto. Sólo tu infierno está poblado y es positivo.

Basta de lamentaciones: las lamentaciones son vanas.

Basta de posternaciones: las posternaciones son estériles.

Basta de rezos: los rezos son impotentes.

¡ Yérguete, OH, hombre ¡ Y, en pie, enardecido, rebelado, declara una guerra implacable al dios del que, durante tanto tiempo, se ha impuesto a tus hermanos y a ti mismo la embrutecedora veneración.

Libérate de este tirano imaginario y sacude el yugo de aquellos que pretenden ser sus agentes de negocios en la tierra.

Pero no olvides que, una vez hecho este primer gesto de liberación no habrás realizado más que una parte de la tarea que te incumbe.

No olvides que de nada te servirá romper las cadenas que los Dioses imaginarios, celestes, y eternos han forjado contra ti, si no rompes también aquellos que contra ti han forjado los Dioses pasajeros y positivos de la tierra.

Estos Dioses merodean en torno tuyo, buscando la forma de someterte por el hambre a servidumbre eterna. Estos Dioses no son más que hombres como tú.

Ricos y Gobernantes, estos Dioses de la tierra la han poblado de innumerables víctimas, de inexpresables tormentos.

Ojalá puedan los condenados de la tierra rebelarse al fin contra estos forajidos y fundar una Ciudad en la que semejantes monstruos no sean ya posibles.

Cuando hayas expulsado a los dioses del cielo y de la tierra; cuando te haya liberado de los Amos de arriba y de los Amos de abajo; cuando hayas realizado este noble gesto de liberación, entonces, y solamente entonces, OH, hermano mío, te habrás evadido de tu infierno y habrás conquistado tu cielo.

4 comentarios:

Alejandro dijo...

NOTA: este texto fue pegado en mi blog: www.verdadocastigo.blogspot.com

Apología de Dios

Hace tiempo ya, unos tres meses, escribí un artículo en favor de la Santísima Trinidad. Fue, como era de esperarse, discutido y comentado. En uno de los comentarios que le hicieron, aparece un texto de Sebastian Faure titulado "Doce Pruebas de la Inexistencia de Dios". No lo había oído antes, y no conozco nada del autor, pero me resulta útil para hacerme cuestionamientos sobre el tema. Con base en ese texto, publicaré, a manera de serie, doce comentarios. Uno para cada prueba. Irán apareciendo en "¿Verdad o Castigo?" a manera de serie.

En breve, los argumentos que pretenden destruir a Dios en este texto son, según su propio índice, los siguientes:

1. La acción de crear es inadmisible.
2. El Espíritu puro no pudo determinar el universo.
3. Lo perfecto no produce lo imperfecto.
4. El Ser eterno, activo y necesario, no pudo estar inactivo o ser innecesario.
5. El ser inmutable no pudo haber creado.
6. Dios no pudo haber creado sin motivo.
7. El gobernador niega al creador.
8. La multiplicidad de los dioses atestigua que no existe ninguno.
9. Dios no es infinitamente bueno: el infierno lo atestigua.
10. El problema del mal.
11. El hombre no pudo ser castigado ni recompensado.
12. Dios viola las reglas fundamentales de la equidad.



Apología de Dios I: La Acción de Crear es Incomprensible, mas no Inadmisible

Lo prometido es deuda. Presento aquí el primer texto de la serie “Apología de Dios”. En “Doce Pruebas de la Inexistencia de Dios”, Sebastián Faure, en la primera prueba, niega al Dios creador. Se funda en que, según él, “la acción de crear es inadmisible”. En este artículo me enfrentaré a la problemática que el autor expone.


Antes de comenzar la discusión quisiera hacer una breve introducción, no sólo a este capítulo, sino a la serie entera. Me parece fundamental explicar un poco cómo pienso que deben abordarse este tipo de problemas, que son muchas veces misteriosos, inaccesibles a la razón humana. ¿Qué podemos decir en un discurso racional sobre algo que excede a la razón? En efecto, no mucho. De hecho, casi nada. Sería un error intentar desarrollar una demostración de que Dios creo el universo, por ejemplo. ¿Cómo va a ser posible demostrar eso? Es, igualmente, un error de la misma magnitud intentar demostrar que Dios no creo el universo. Ambos casos son muy ambiciosos, y ambos imposibles. La razón no puede probar ni lo uno, ni lo otro.


¿Qué haremos entonces con temas así? Definitivamente, si lo que se pretende aquí es encontrar demostraciones definitivas de la existencia, la providencia y la creación divina, no se está en el lugar adecuado. Eso si, podrá apreciarse que no es necesariamente irracional lo que la razón no puede comprender. Una cosa es lo que excede los límites de la razón, y otra cosa es lo que contradice a la razón. Sería un poco estúpido intentar demostrar que Dios puede construir un círculo cuadrado, o que Dios puede ser Dios y dejar de ser Dios al mismo tiempo. Lo contradictorio, en efecto, puede negarse con toda seguridad. Si resulta que es contradictoria la acción de crear, sería una necedad insoportable acudir a la fe para afirmarla. Pero si resulta que no es contradictoria, aunque exceda la capacidad de comprensión racional, lo insoportable es querer demostrar su imposibilidad.

La fe no afirma lo imposible; afirma lo incomprensible. Imposible es lo contradictorio, pero la fe no afirma nada contradictorio. No es posible creer que la pared de enfrente es azul cuando en realidad es blanca, como tampoco es posible creer que dos más dos es igual a cinco. Lo que me propongo en esta serie, frente al texto de Sebastián Faure, es mostrar que no es imposible o contradictorio todo lo que el dice que es imposible y contradictorio en Dios. No podré, desde luego hacerlo comprensible. Lo que cada quien crea después es ya otra cuestión. En efecto, hay que elegir entre creer o no creer frente a lo que se presenta como incomprensible: lo que no se puede es no elegir. Y en ninguno de los dos casos encontraremos certezas matemáticas. Es aquí donde se siente el peso de la libertad. Yo, por mi parte, propongo lo mismo que Pascal: si hay que elegir, elijamos por el camino donde no es posible perder. Ya veremos más adelante lo que esto significa.

El primer argumento de Faure en contra de Dios está basado en la creación ex nihilo. El autor insiste en que es imposible concebir cómo con nada puede hacerse alguna cosa. Eso se lo concedo: tiene toda la razón. Compara esta acción con la de un matemático que intenta hacer multiplicaciones y divisiones con puros ceros. Por supuesto que si sumamos infinitos ceros, nunca obtendremos ni la más mínima cifra. Pero esto no es la creación. La creación no es hacer que cero mas cero sea igual a uno. La creación a partir de la nada no es moldear la nada, como si la nada fuera algo, y obtener el universo. Me gustaría decirle al señor Faure que la creación no es un conjunto de operaciones con la nada que tienen por resultado el universo. En efecto, nada más nada, es nada. La creación no es ni una suma, ni una multiplicación. La creación es un misterio incomprensible, pero no contradictorio. Dios tiene un poder creador: ¿dónde está la contradicción en esta afirmación? ¿Que es difícil? Sí, es difícil ¿Imposible? ¿Por qué? Que pequeño sería Dios si yo pudiera comprenderlo y explicarlo con silogismos. Que pequeño sería Dios si cupiera en la cabeza de Sebastián Faure.


Dialoguemos con el autor: bien señor Faure: ¿quiere hablar de cosas difíciles? Supongo que usted me admitirá que el mundo existe. Si me niega esto, no se qué decirle, aparte de aconsejarle que abra los ojos. Ahora, si el mundo existe, o existe desde siempre, o tuvo un inicio. No hay de otra. Alguna de estas dos tiene que ser verdadera. Fíjese usted como es tan difícil explicar cualquiera de las dos. Supongamos que el mundo, la totalidad de lo que es, tuvo un inicio. Incomprensible, porque “de la nada, nada sale”. Bien, ¿entonces ha existido desde siempre? ¿No es verdad que si ha existido desde siempre hay un pasado infinito? Hasta este momento habría transcurrido infinito tiempo. Ahora, ¿es posible que transcurra infinito tiempo? Un tiempo infinito que ha transcurrido es un infinito que ha terminado. Lo pasado es lo terminado. Si ha habido infinito tiempo, hay en el pasado un tiempo infinito terminado. Pero, ¿no es lo infinito justo lo que no termina? ¿Cómo puede haber, pues, un infinito terminado? Eso si que es contradictorio. Un infinito terminado es un infinito no-infinito. Lo infinito, por definición, no puede terminar. En otras palabras: para que el presente sea presente, ha transcurrido determinado tiempo. Si este determinado tiempo es infinito, tuvo que haber transcurrido infinito tiempo para llegar al presente. No es posible que transcurra infinito tiempo: nunca habríamos alcanzado el presente, como no es posible alcanzar el horizonte.


Claro que no es el tema de discusión el infinito, ni el tiempo, etc. Lo único que pretendo es ilustrar como ambas posturas son incomprensibles para la razón humana. Sin embargo, alguna tiene que ser verdadera. No utilicemos el hecho de la incomprensibilidad para negar algo. En ese caso habríamos de negar ambas posibilidades y, por tanto, la existencia del mundo. Sin embargo, el mundo existe.


Como puede verse, no pretendo explicar la creación a partir de la nada. Eso no se puede. Simplemente quiero hacer notar que no hay contradicción ahí. Una contradicción es la afirmación y la negación de algo, al mismo tiempo, bajo las mismas circunstancia, como afirmar la existencia de algo interminable que ha terminado: de un infinito no infinito. Pero no es lo mismo crear con la nada que crear desde la nada. Dios no crea con la nada: como si la nada fuera algo. Dios simplemente crea, esto es, afirma el ser, da el ser. No es que de el ser al no-ser. El no-ser no puede recibir nada, porque no es nada. Simplemente da el ser. Es un dar total, positivo, radical, sin contradicción. Que Dios sea el creador significa que es la única causa total, última y radical de todo cuanto existe. Tan radical que, sin Dios, no habría nada. Esto es lo que significa crear a partir de la nada; no hacer una estúpida suma de ceros.


El texto original en: www.verdadocastigo.blogspot.com

Anónimo dijo...

Gato

Hay que ser bien falto de cerebro para no creer en Dios.

Gente como Einstein y Newton creyeron en Dios, y tu no les llegas a la planta de los zapatos.

Pero dice que el que esta hablando siempre en contra de algo termina abrazando la fe que rechaza.

Así que pronto te oiré diciendo:

"Jesús es el Señor".

El Ciberpastor

José dijo...

Cuando se habla de lo extra racional, la razón no tiene nada que hacer ahí, entra a tallar la superstición.

Obviamente no se pude demostrar que dios creó el universo, porque el mismo dios no existió. Punto. No hay discusión.

El único límite que tiene la razón es el avance que se haga de esta, demoró tiempo saber que la tierra no era el centro del universo, pero se llegó, contrariando a lo que la iglesia argumentaba y trataba de ocultar je,je,je punto para Galileo Galilei (“Y sin embargo, se mueve”)

No sería un poco estúpido demostrar que dios creó el “circulo cuadrado”, lo estupido es creer que existe.

Caramba! Que mar de contradicciones es tu texto, merece que lo borre, en eso gastas tu tiempo? En fin...

José dijo...

Al contrairo el falto de cerebro es quién cree en mujeres que paren sin hacer el amor. (si tu hija saliera embarazada y dijera que es virgen...tendrias que creerle,no?).

Einsten no creia en dios, solo en un orden de las cosas, que es la fisica que el tanto admiraba y de hecho que no le llego a los talones (en Fisica) destaco en otras cosas.

Haber, haber como es eso de quién habla en contra de "algo", abraza la "fé" que rechaza, quiere decir que si antes considerabas a un ateo falto de cerebro, mañana lo serás?

Y lo que si digo: "Jesús nunca existió"

El Gato Objetivista