26 enero 2010

Tan cerca de ser libre!



Tan cerca de ser libre!

“Yo soy John Galt. Soy el hombre que ama su vida.
Soy el hombre que no sacrifica su vida ni sus valores.”
La Rebelión del Atlas (Ayn Rand)


1989. Este gatito estaba por finalizar la primaria en una escuela estatal y como para tener algo en que distraerme en el laaaaargo recreo que mejor que echarme unos caramelos “Monterrico” que habían en casa, eran los caramelos más baratos que se podían encontrar en ese entonces, más parecían azúcar rubia derretida que un dulce propiamente dicho y como no sabía si me comería 1 o 2 o 15 de ellos decidí llevarme toda la bolsa al colegio.

Es así que mirando una pichanguita saco mi bolsón de caramelos y comienzo a comérmelos cronch, cronch, cronch hasta que se aparecen dos chicos y me preguntan “¿a cuanto los caramelos?”, la verdad me agarraron frío, pero saqué mis cuentas al toque y como sabía que los ambulantes los vendían a 10 céntimos cada uno les dije “a 15 céntimos el par ”, y así esos niños se volvieron mis primeros clientes y me compraron entre ambos 8 caramelos “Monterrico”.

Nada mal eh, un pequeño ingreso inesperado, entonces se corrió la voz que podías comprar caramelos “Monterrico” más baratos y más cerca al patio de recreo que yendo donde los ambulantes con el “plus” de que el vendedor iba directamente a donde estabas y que encima te daba las gracias por comprarle esos caramelos a precio de remate.

En esa mañana aprendí de todo un poco, que habían buenos clientes que me hicieron la propaganda de la oferta ahorrándome un montón de esfuerzo y haciendo que el negocio camine prácticamente solo (¡y gratis!)

También aprendí que habían clientes conchudos, como un patita que era famoso por estafar a todo vendedor que se le cruce y encima era el que más insistía para que le den cosas fiadas, como si uno estuviera obligado (cchsmr!), aunque yo lo mande a rodar en primera porque su historial estaba en debe aún así le tuve que dar un par de caramelos “Monterrico” para que deje de fregar y no me quite el tiempo y la paciencia para atender a mis otros clientes.

En clase había un chico, no recuerdo su nombre pero le llamaremos Simón, Simón era de familia pobre, incluso era pobre entre los chicos de un colegio estatal. Aunque después aprendí que el hecho de que tengas plata o no es indiferente a que seas una buena persona o un patán, Simón era muy bueno y yo en ese momento estaba muy feliz por el éxito inesperado que tenía y al darme cuenta que el no podía comprar mis caramelos, de manera voluntaria (ojo), tomé un puñado de estos y se los ofrecí, le dije “te invito”, sabiendo que me exponía a que otros me calificaran de injusto porque no les invitaba a ellos también. Pero fue algo tan unánime que nadie protestó, como si fuera una especie de ley no escrita entre niños de 10 años, yo estaba muy feliz pero quería que el también lo esté, su agradecimiento fue recompensa suficiente.

La bolsa de caramelos se fue quedando vacía hasta no tener más de 10 caramelos (ya les diré porque) y ¡oh sorpresa! llegué a tener un montón de moneditas ¡guau! y me sentí tan bien conmigo mismo que elevé el precio de los caramelos “Monterrico” de 15 céntimos el par a 10 céntimos cada uno, lo cual por la cercanía con mis clientes hizo que aún así se siguieran vendiendo, aumentando mis ingresos hasta agotar todo el stock, menos mi reserva personal de 10 caramelos que cuando me los quisieron comprar dije que estaban a ¡50 céntimos cada uno!, obviamente no me los compraron pero era una forma diplomática de decirles que esos caramelos no estaban en venta y me los comí uno por uno delante de mis compañeros como si en vez de azúcar industrial fueran unos finos bombones de chocolate rellenos con licor hummm (¡No Time for Losers, Señores!).

Pero no todo podía ser felicidad, alguien le pasaría la voz a la profesora que yo estaba realizando operaciones comerciales en el recreo y ella me llamó para pedirme cuentas sobre lo que había hecho y me expresó su indignación por eso...y lo peor de todo es que me sentí culpable, porque parte de mi formación familiar era de que no había nada de meritorio el ser comerciante, que uno debe de tener ingresos siendo un profesional y no denigrarte a ser un mero intermediario de bienes, mucho menos bienes baratos como esos caramelos “Monterrico”, me sentí como si en vez de vender caramelos hubiera estado vendiendo cocaína o revistas pornográficas.

Es entonces que para aminorar mi culpa le dije a mi profesora que ese dinero era para el viaje de promoción y como por arte de magia, ese dinero sucio y mal obtenido fue oleado y sacramentado (¡), tuve que ir al cafetín del colegio a que me cambien todo el sencillo y regresé con un billete que al tipo de cambio actual y según mis cálculos econométricos
[1] tranquilamente había obtenido ¡más de 10 dólares! en menos de 20 minutos de esfuerzo y me sentí más culpable aún, culpable de que siendo un mocoso de 10 años en ese momento tenga más plata en mis bolsillos que mi profesora, que digo mi profesora, ¡más plata que el director del colegio! y lo peor es que sin tener ningún estudio mientras ellos, al igual que mi familia, eran profesionales que trabajaban horas de horas por un sueldo muy bajo.

Fue así como tuve que entregar mi dinero honradamente obtenido para “comprar” mi salvación y luego de la reprimenda de mi profesora regresé a mi sitio, bajo la mirada atenta de mis compañeros, derrotado.

¿Que aprendí de esa experiencia?
Que el precio de las cosas cambian deacuerdo a las circunstancias, un caramelo “Monterrico” cuyo costo de producción era de 5 céntimos se vendía entre 7.5 a 10 céntimos cada uno para después pasar a duplicar su valor o quintuplicarse incluso, deacuerdo a las circunstancias, es decir el precio no esta relacionado directamente con el costo. Sin querer la cosa me volví austríaco je,je,je.

Aprendí a que la gente está dispuesta a pagar porque le hagan la vida más fácil, parece obvio pero era algo nuevo para mí en ese entonces, el poder comprar caramelos sin necesidad de moverte y a un precio más bajo ayudó mucho.

Aprendí que compartir riqueza es bueno, pero que crearla es mejor aún, en realidad fue algo bueno hacer feliz a mi amigo por unos instantes a cambio de unos cuantos caramelos y no lo hice porque le tuviera lástima, sino porque me nació hacerlo, es así como debe ser la solidaridad, de manera voluntaria para que así puedas seguir mirando al prójimo de igual a igual.

Pero también aprendí que lo que tienes...no te pertenece, tu cabeza y tus manos con las que creas ideas y riqueza le pertenecen a otro, sea el Rey, el Presidente, el Sacerdote, el Profesor o tus Padres, no solo lo aprendí sino que lo acepté como algo cierto, ese día había llegado a sacar mi nariz del agua y logré respirar aire puro por primera vez para después ser arrastrado de nuevo. No me daría cuenta de ello hasta años después.

También aprendí que la gente tiene un “precio”, lo que mi profesora creyó que era suyo por derecho, para mi en realidad fue una coima, yo que estoy orgulloso porque en mi familia jamás le hemos pagado una “contribución” a un policía de tránsito, aprendí a mis 10 años a corromper a un trabajador estatal, conseguí un beneficio que era mi absolución de cualquier cargo moral a cambio de ese dinero “mal obtenido”.

Gato Randiano

[1] Es decir tomando en cuenta la hiper inflación de Alan “Caballo Loco” García, el shock económico de Alberto “Chino Rata” Fujimori, la caída de las punto com y las medidas de la ministra Meche Araoz :P

Actualización: Agradezco a los muchachos de Austroliberales.com el haber incluído este pequeño relato, me honra estar entre sus colaboradores.

8 comentarios:

ana maria parente dijo...

Siempre es un gusto pasar por tu blog.
Sencillo y correcto concepto de lo que es un comercio sano.Valores morales de cariño hacìa quien ,a pesar de ser una buena persona ,no tenìa recursos.
Más cariño que igualdad social y todas esas idioteses "con que los zurdos disfrazan su egoismo y ambiciòn".

Chapualqo dijo...

Solidaridad¿? Que poco Randiano de tu parte.

Equipo de Bitácora (M-L) dijo...

Respeto tu ideario político, no obstante he de manifestar mi disconformidad con alguna de tus ideas, primero porque el capitalismo es un sistema que genera pobreza y desigualdad a la misma velocidad que produce riqueza para unos pocos – le recuerdo que el 70% de la población mundial vive por debajo de los umbrales de la pobreza, unos 420 mil millones de personas -, destruye el medio y ha convertido a todo y a todos en simples mercancías, es posible que la realidad no le toque muy de cerca, pero en mi caso he tenido la oportunidad de ver los efectos de la falta de gobernabilidad del estado… - en múltiples naciones – y los efectos son catastróficos, incluso si da un vistazo a los noticiarios verá los efectos en la economía por esa falta de implicación del estado – el neoliberalismo fundado por Reagan -; en todo caso no es mi propósito iniciar un debate, solo es una invitación para viajar y conocer la realidad. Un saludo.
P.D: en lo de ateísmo, completamente de acuerdo, es absurdo creer en implicaciones dualistas, engendradas en comunidades de la edad de piedra que encontraron en lo divino la explicación plausible de su entorno.

El chicharrero terrible dijo...

Respeto para sus ideas y para su blog. Solo decirte que no nos confundamos alienando y/o personificando ciertos conceptos. Lo que genera pobreza, lo que3 genera miseria, lo que genera desigualdad, no es el sistema, es el ser humano.

La educacion y el conocimiento deben ser la base de cualquier nuevo movimiento.

El analfabetismo y la ignorancia han sido durante siglos el combustible de la religión.

.

José dijo...

Gracias Ana por tus comentarios, creo que la enseñanza tanto en la escuela como en casa debe incluir la creación de riqueza, lo que permite al individuo tener mayor relación con su medio y por ende tomar mejores decisiones.

Un abrazo.

Gato Randiano

José dijo...

Chapualqo, en ese entonces tenía 10 años, en mi vida Ayn Rand y lo que representa no estaban ni en proyecto; de haberme sucedido después seguro que le decía a mi amigo para hacer un joint venture y ampliar nuestra oferta, seguro que a las dos semanas hubiera dejado el colegio.

José dijo...

Pedro José, dudo que la pobreza sea creada por el capitalismo o cualquier sistema de organización económica, lo que considero que ocurre es la destrucción de la riqueza, porque el hombre al nacer ni siquiera tiene ropa con que vestirse ni pan que comer, eso solamente se obtiene a través del esfuerzo (propio o de otra persona); por lo que estaría en consideración la creación de riqueza por parte del capitalismo, que permite a nivel mundial que mucha gente salga d ela situación de pobreza no solo en varios lugares del planeta sino a lo largo de la historia, si ahora hay tanta pobreza, ¿te imaginas como era la situación hace 400 años? sin vacunas, ni zapatos, ni ladrillos para hacer una casa, incluso la noción de pobreza a cambiado un poco.

Me comentas la falta de presencia del Estado, definitivamente este llega donde hay riqueza ya creada de antemano y a la cual puede echarle el guante, es decir no van por amor al arte, ya que así no habrá negocio para los burócratas y políticos que viven de la supuesta ayuda.

Respecto al "neoliberalismo", estimo que estamos ante una confusión, lo que existe es el liberalismo a secas, el cual postula los derechos de propiedad sobre nuestros bienes y cuerpo y la libertad para desarrollar nuestras actividades, si bien hay gobiernos o regímenes que contienen algunos elementos liberales como socialistas a la vez, estos no los tornan así, todo caso sería interesante encontrar algún economista, político o pensar que declare ser "neoliberal", dudo mucho que exista alguno.

Gracias por comentar.
Sds

Gato Randiano

Diego Lecca dijo...

Qué bacán tu historia y qué pena que hayas tenido que gastar ese dinero para comprar tu libertad. Yo le habría tenido cólera hasta el fin de mis días.

A mí me pasó algo parecido. Recuerdo que mi madre me inscribió en una escuela de natación, Tater Letgard. La academia era frecuentada por pitucos más que nada, y yo definitivamente no soy uno de ellos. Recuerdo también que en aquel tiempo estaban de moda los caballeros del zodiaco, y que en el mercado de Jesus Maria, donde vivía yo, se podian comprar stickers de estos por plancha, a dos soles. Me compre una plancha, pero en vez de pegarlos, los recorte y empecé a venderlos en la academia "por unidad".
Al final saque lo suficiente para comprar dos planchas mas, que prontamente pegué en mis cuadernos.

Eso lo hice cuando tenia 9 o 10 años. A los 13 traté que comercializar con peliculas porno, pero no me fue tan bien. Al menos quedé con algo de material para mi consumo propio. Hoy en día los chicos la tienen tan facil.

En fin, saludos.