26 enero 2006

La parábola del Criador Loco de Perros
Anónimo

Había una vez un hombre que criaba perros. A medida que pasaban los años, trabajó para producir una camada de animales fuertes, inteligentes y leales.
Por fin, desarrolló una raza única de animales la cual, le gustaba pensar, reflejaba lo mejor de su propia naturaleza. Y por un tiempo todo estuvo bien.
Después, los animales comenzaron a luchar. Peleaban entre ellos mismos y con las otras razas. Luchaban y se herían y mataban, a menudo por razones triviales, a veces sin razón alguna. Lo peor de todo, a los ojos del criador, fue que los perros se volvieron desobedientes, a veces ni siquiera lo reconocían como el amo. Como no pudo soportar este salvajismo ni tolerar más esta desobediencia arrogante, el criador decidió que debería destruirlos. Planeó cómo matarlos, pero entonces tuvo otra idea.

El amaba tanto a sus perros, a pesar de su salvajismo irremisible, que decidió colocar a su joven hijo en la perrera como un modelo de inocencia y virtud, para salvar a los perros de ellos mismos. Seguramente, ante la presencia de tan obvio ejemplo, un maestro enviado por su amo, los perros se volverían humildes y aprenderían a rechazar su monstruosa forma de comportarse. Pero en su corazón, el criador sabía que esto no pasaría. Él sabía que los perros matarían a su hijo. Y así lo hicieron. Los perros desgarraron las vestimentas del joven y lo despedazaron en trozos sangrantes.

El loco criador continuó amando a sus perros y les dijo: "Cualquiera de vosotros que crea que este era mi hijo, al cual permití matar por vuestra causa, no lo castigaré sino que lo llevaré a que viva conmigo en mi casa."

Cualquier ser humano que hiciera tal cosa a su propio hijo sería condenado inmediatamente como un loco inmoral y maligno. En cualquier sociedad humana, una persona que permita el asesinato de un inocente a causa de los que no lo merecen, y lo llame "amor", es visto justamente como un enfermo, inmoral y maligno. Si abrazamos esta opinión del humilde criador de perros, ¿qué podemos decir entonces de una Deidad omnipotente y omnisciente que hiciera lo mismo? ¿Cuánto más enfermiza, inmoral y malvada debería ser una Deidad para cometer un acto moralmente equivalente? Esta es la obvia y plana abominación moral en el núcleo de la Cristiandad: el Dios Cristiano tiene la moral de un criador loco de perros que alimenta monstruos con su hijo. Para negar esta conclusión debemos abandonar, no sólo la razón, sino también la simple decencia humana.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tendría Ud. razón si los hombres fuéramos perros.


"Según su imagen y semejanza..."

José dijo...

lo peor de todo no es ke los hombres nos comportemos como perros sino que creamos que un supuesto dios de esas caracteristicas sea fuente de bondad

Anónimo dijo...

Hola Gato,

Recuerda que el hijo del perro en tu metáfora es la misma persona que el padre. No son dos, sino uno.

En ese sentido, no está siendo egoísta sino mártir, pues se ofrece a sí mismo.

Saludos,

Elga

José dijo...

Se supone que el hijo del dueño (no el hijo del perro, creo que no has leido bien), el dueño y la palomita esa son la misma persona, cosa rara.

Y si pues, se volvió martir, consideró que su vida no valía nada, no es mi culpa que el pobre fulano carezca de autoestima.